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VIII. Vacunación

 

Vacunación en los pacientes con cáncer y enfermedades neoplásicas hematológicas, pacientes inmunosuprimidos y trasplante de progenitores hematopoyéticos

 

Puntos de buena práctica para la vacunación de los pacientes con cáncer y enfermedades neoplásicas hematológicas, pa­cientes inmunosuprimidos:

  • Vacunación prioritaria de los pacientes con cáncer avan­zado, en progresión o en tratamiento activo con tumores sólidos, independientemente de la presencia de otros factores de riesgo.
  • Todos los pacientes con neoplasias hematológicas en tratamiento activo, particularmente los pacientes con leucemias agudas, crónicas linfoma, mieloma y aplasia medular.
  • Pacientes con un diagnóstico de cáncer tratado durante el último año.
  • Para el grupo de pacientes con antecedente de cáncer durante los últimos 5 años, en seguimiento, se debe con­siderar la presencia de edad avanzada, estado general y otras comorbilidades (obesidad, hipertensión, diabetes, patologías respiratorias, cardíacas y renales).
  • Es importante priorizar así mismo la vacunación de los convivientes implicados en el cuidado de pacientes con cáncer, con el objetivo de disminuir el riesgo de transmi­sión asociado al cuidado de la salud.
  • No existe contraindicación para la vacunación durante el tratamiento oncológico o la inmunosupresión, aunque, de ser posible administrar la vacuna antes del inicio del primer ciclo de tratamiento.
  • Para los pacientes en tratamiento activo, se pueden utili­zar estrategias como proporcionar la vacuna entre ciclos de terapia y después de períodos de espera.
  • En pacientes inmunosuprimidos, la protección que pro­vee la vacuna contra SARS-CoV-2 al igual que otras va­cunas puede estar comprometida. Por lo tanto, en pa­cientes después de la depleción de células B (uso de ATG, Rituximab, Obinutuzumab) se debe esperar 3-6 meses en analogía con otras vacunas.
  • El riesgo y beneficio para pacientes inmunosuprimidos que reciben la vacuna para SARS-CoV-2 debe ser evalua­do caso por caso, teniendo en cuenta la incidencia en la comunidad. Si se decide la vacunación se debe realizar por lo menos 2-4 semanas antes de la terapia inmunosu­presora o esplenectomía.
  • En el caso de pacientes en manejo de final de vida, la decisión de la vacunación debe ser discutida en forma in­dividualizada, según las condiciones clínicas del paciente y la expectativa de vida a mediano plazo.

Puntos de buena práctica específicos para trasplante de pro­genitores hematopoyéticos:

  • Para los candidatos para TPH se debe realizar la vacuna­ción al menos 2 a 4 semanas antes de cualquier procedi­miento del trasplante.
  • Los receptores de TPH pueden ser vacunados contra SARS-CoV-2, con la mayoría de las vacunas disponibles; excepto, aquellas de virus vivo atenuado (PiCoVac, Wuhan, BBIBP) o las que contienen vectores virales replicantes.
  • La vacunación se puede realizar tan temprano como 3 meses después del trasplante.
  • La vacunación no debe reemplazar las medidas de auto­cuidado.
  • La vacunación para SARS-CoV-2 debe realizarse primero que las demás inmunizaciones y debe separarse de ellas al menos 14 días.
  • Hasta ahora no hay evidencia que sugiera que la vacu­nación pueda exacerbar la Enfermedad Injerto Contra Huésped (EICH), por lo cual, estos pacientes no deben ser excluidos de la vacunación.
  • El personal de salud encargado del cuidado de pacientes sometidos a TPH y candidatos a él, debe ser vacunado para proteger a los pacientes.
  • Los familiares o contactos adultos de los pacientes some­tidos a TPH deben ser vacunados, en especial en las eta­pas tempranas postrasplante o cuando están recibiendo inmunosupresión intensiva (por ejemplo: tratamiento de EICHa).
  • De acuerdo con la aparición de nueva evidencia se determi­nará el requerimiento de dosis adicionales en esta población.

 

 

 

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