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 I. Antecedentes de infección por SARS-CoV-2/COVID-19

¿Qué debemos aprender de las pandemias previas y de los brotes asiático y europeo?

La aparición de brotes epidémicos en diferentes momentos de la historia está registrada en otros tipos de literatura. Es con la epidemia de peste bubónica, causada por Yersinia pes­tis, del año 1347 que se observa la significativa diseminación de una enfermedad infecciosa por un territorio amplio y con una gran letalidad asociada. La cuarentena se implementó como una estrategia con el fin de contener la enfermedad, dentro del marco del conocimiento de ese entonces27. Es solo hasta el brote de cólera identificado y esclarecido por John Snow [28], que se empezó a contar con un método racional que permitiera aproximarse al control de las epidemias [29]. En 1918 se registraría quizá la pandemia paradigmática, has­ta ahora, y correspondió al periodo de final de la primera Guerra Mundial, en ausencia de un organismo similar a la OMS actual, causada por el virus Influenza AH1N1. Esta pan­demia causó alrededor de 50 millones de muertes, casi 3% de la población mundial de la época. De esta pandemia que­daron varias lecciones importantes y tuvieron que ver con la utilidad de las medidas no farmacológicas, incluyendo el “distanciamiento social”, con diferentes tasas de letalidad y de intensidad de la epidemia en las ciudades donde se apli­caron [30]. Otra lección clave es la importancia de la comu­nicación en la toma de decisiones, dado que se requiere de la colaboración de gran parte de la población con medidas que van desde la intervención en el comportamiento indivi­dual hasta el cierre de ciudades y del tránsito de personas o mercancías31.

La OMS ha declarado previamente a seis situaciones epide­miológicas, bajo la evaluación del Comité de Emergencias del Reglamento Sanitario Internacional (de 2005), como Emergen­cia Sanitaria de Preocupación Internacional: 1, epidemia de SARS de 2002-2003; 2, la pandemia de Influenza porcina H1N1 de 2009; 3, la declaración de la polio de 2014; 4, la epidemia de Ébola en África Occidental en 2014; 5, la epidemia de Zika en 2015-2016; y 6, la epidemia de Ébola en Kivu, 2018-202014,19,32. Todas estas epidemias y pandemias previas han provisto infor­mación acerca del comportamiento epidemiológico y clínico de dichas enfermedades infecciosas, así como la forma en la cual han respondido los países y las autoridades de salud re­gionales y nacionales frente a las mismas.

Considerando el tiempo de avance en China y otros países de Asia, así como en diferentes países de Europa, especial­mente en Italia33-35, en relación al COVID-19, se ha podido generar información valiosa que ha permitido caracterizar múltiples aspectos epidemiológicos de la enfermedad que actualmente es pandémica, así como sus principales mani­festaciones clínicas (fiebre y tos), manifestaciones de labora­torio (hipoalbuminemia, linfopenia, elevación de la proteína C reactiva, LDH y de la velocidad de sedimentación globular), imagenológicas (compromiso pulmonar con opacidades de ocupación alveolares bilaterales, patrón de vidrio esmerila­do), complicaciones (síndrome de distrés respiratorio agudo, falla cardíaca aguda, falla renal aguda, choque, infecciones secundarias) y desenlace, así como factores de riesgo (edad, comorbilidades)2-4,36-41. La experiencia en otros países sobre otros aspectos, como la determinación del período infeccio­so, transmisibilidad, y extensión de la propagación comuni­taria, también ha sido de gran relevancia42-45. En ese sentido, han servido para plantear que incluso si las medidas tradicio­nales de salud pública no pueden contener completamente el brote de COVID-19, seguirán siendo específicos para re­ducir la incidencia máxima y muchas muertes evitables en diferentes países42-45.

En ausencia de vacunas y tratamientos eficaces, las únicas herramientas de salud pública disponibles para controlar las enfermedades transmisibles de persona a persona son el ais­lamiento y la cuarentena, el distanciamiento social y las me­didas de contención comunitaria44,47. El aislamiento es la se­paración de personas enfermas de personas no infectadas, y generalmente ocurre en entornos hospitalarios, pero también se puede hacer en el hogar por infecciones leves. Para que el aislamiento tenga éxito en la prevención de la transmisión, la detección de casos debe ser temprana, es decir, antes del inicio de la eliminación viral o al menos antes del inicio de la eliminación viral máxima44,47,48. La cuarentena implica restric­ción de movimiento, idealmente combinada con observación médica durante el período de cuarentena, de contactos cer­canos de pacientes infectados durante el período de incuba­ción. La premisa para una cuarentena exitosa es el rastreo de contacto rápido y completo de cada paciente confirmado. La cuarentena puede llevarse a cabo en el hogar o en lugares de­signados, como hoteles, y ambas opciones se usaron durante la epidemia de SARS44,47,49,50.


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